Preciosa final de la Europa League la disputada ayer en el
Amsterdam Arena entre Benfica y Chelsea. Pudimos vivir un partido vibrante
durante los noventa minutos aunque con un Benfica con más y mejores ocasiones.
Los portugueses llevaron el peso del juego y se dedicaron a jugar su partido.
Los ingleses por el contrario fueron dominados pero jugaron una final. Y ahí
estuvo la diferencia principal. La veteranía y la experiencia de los ingleses
se hizo notar a pesar de no llevar la batuta en ningún momento y, aunque fuera
en el último segundo de partido, se llevaron la copa a Londres, que era lo
verdaderamente importante. En esta ocasión, el dicho de que “las finales no se
juegan, se ganan” se cumplió a rajatabla y el “Spanish Chelsea” volvió a
coronarse rey de Europa, o por lo menos príncipe.
Con este título el Chelsea consigue por primera vez en la
historia ganar en dos años consecutivos los dos torneos europeos más
importantes, la Champions League en 2012 y la Europa League en 2013.
En cuanto a “los nuestros”, todos tuvieron un papel decisivo
en el partido. Torres marcó el primero, Azpilicueta hizo el penalti que
costaría el empate y Mata dio la asistencia del gol definitivo a Ivanovic.
El único español en las filas del Benfica, Rodrigo, hizo una
gran primera parte pero con el paso del tiempo, ya en la segunda, acabó siendo
sustituido por un bajón físico importante. A pesar de ello y antes de salir del
campo tuvo una ocasión que no pudo rematar por poco tras un pase de Cardozo.
Por otra parte el Benfica sigue con su maldición, la
conocida maldición de Béla Guttmann que cuando fue cesado de su cargo como
entrenador del Club de las águilas se despidió con un: “no volverán a ser
campeones de Europa”. De eso hace ya cincuenta y un años y desde entonces el
Benfica ha perdido las siete finales europeas que ha disputado, contando con la
de ayer.
Cosas del fútbol.
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